Esta situación mundial producida por el coronavirus nos ha cogido desprevenidos y nos hemos dado cuenta, tanto a nivel micro como macrosocial, que no estamos preparados para hacer frente a una catástrofe.
Ya es conocida la desorganización y el estrés que se han vivido en los centros sanitarios (sin ser culpa de nadie, si no como reflejo de lo poco preparados que estamos los seres humanos ante tales situaciones) pero menos se habla de la desorganización y gestión emocional que podemos estar viviendo cada uno y una en nuestras casas.
Lo común es que estemos viviendo esta pandemia a través de un proceso de asimilación y aceptación de lo que está pasando, que puede haber conllevado en los inicios mucho miedo y obsesión por estar al corriente del telenoticias, también a cierto aturdimiento emocional que hace que acojamos lo que sucede a nivel intelectual pero no a nivel vivencial, viviendo la experiencia como si de una película de tratara, ciertamente desconectados, o incluso idealizando activamente la situación, sin atender a la gravedad de la experiencia
Esta situación emocional inicial ha ido evolucionando al paso de los días, probablemente siendo más conscientes de la situación real de la pandemia, quizás aún no del todo, lo cual es una posición más saludable pero que a la vez conlleva conectar de manera realista con el propio dolor sentido, sea porque somos más conscientes de los cambios que están sucediendo a nivel mundial, o desgraciadamente por la pérdida de seres queridos. Este contacto con el dolor, aunque es difícil de transitar, es más sano que la confusión, idealización o preocupación obsesiva inicial.
Por otro lado, la situación actual no puede decirse que sea una situación saludable, debido al confinamiento y al encierro al que todas las personas, en menor o mayor medida, estamos expuestas.
El encierro nos está pasando factura ya que, por muy bien que lo estemos llevando, en realidad nos está limitando el movimiento corporal y el contacto social, movimiento y contacto que los seres humanos necesitamos para nuestra salud y bienestar psicoemocional. Hemos de ser conscientes que, por muy bien que lo llevemos, ante esta situación pandémica la mente registra un estado de «supervivencia», que es el estado real actual de parte de nuestra especie humana en el planeta (digo parte porque es probable que como especie la biología consiga adaptarse al virus, aunque a costa de muchas muertes). Por tanto, ante esta activación mental, junto con lo insano del encierro, es común y previsible que puedan activarse mecanismos de defensa y emerger emociones y sentimientos con mucha potencia y con menos capacidad de autorregulación.
Por todo esto, es probable que a lo largo de estos días te sientas irritable, susceptible, que estés con cierta tranquilidad aparente pero que súbitamente reacciones a la defensiva… También puede conllevar que quieras evadirte más de la cuenta con la telemática o incluso idealizando esta situación de pandemia…
De todas formas, mi perspectiva cosmológica y mi conexión con la parte más profunda de mi ser me hace percibir que las cosas no suceden porque sí, y creo que quizás necesitemos, como especie, pasar por toda esta experiencia, tanto macro como mico, para REVISAR. ¿Lo crees tú así?
Preguntas para reflexionar: ¿qué hacíamos antes?, ¿cómo vivíamos?, ¿cuáles eran mis valores?, ¿a qué daba importancia?… ¿Puedes responderte a qué das importancia ahora?, ¿ha cambiado algo tu respuesta?
Voy a ofrecer algunos recursos y perspectivas para poder permanecer en la mayor salud psicoemocional posible, dentro de esta situación insana, en la que quizás podamos replantearnos un modo de vida más sano a posteriori (¿Crees que sería posible hacer alquimia y reconvertir el plomo en oro?).
Recuros y perspectivas
Escucha tus estados emocionales con atención y cariño.
En la medida de lo posible no te evadas y, si lo haces, sé consciente de ello y toma la decisión que durante un rato vas a evadirte.
Sé comprensivo y comprensiva con las reacciones defensivas de los demás, y con las tuyas propias. Aunque se genere un conflicto porque ambos estáis reactivos, perdona, perdona y perdona. Y recuérdale a ese ser que le quieres, o que por lo menos le respetas como persona.
No te exijas demasiado, estamos en «modo supervivencia», lo que cuenta es la mejor autorregulación emocional posible para no ir en dirección al desequilibrio. Es de esta manera, opino, que de la situación insana podemos hacer alquimia y reconvertirla en una oportunidad para afirmar y anclar los buenos y sanos recursos propios, inlcuso dinámicas familiares y relacionales más sanas, de manera más firme.
No idealices la situación de crisis, pero tampoco caigas en desconectarte con el bucle de pensamientos catastróficos que originan un miedo poco arraigado a tu realidad cotidiana. Si te das cuenta, ahora mismo estás leyendo esto y estás a salvo, aunque estés enfermo, triste, con dolor…
Mantente centrado en el aquí y en el ahora. Ahora estoy escribiendo, ahora estoy lavando, ahora estoy oyendo la lluvia, ahora estoy viviendo, ahora estoy en mi casa, ahora estoy en compañía de mi hermana… Practica la respiración consciente (accede a meditaciones guiadas por youtube que te ayuden), haz estiramientos conscientes, yoga, haceros un masaje con algún familiar, peinaros con cariño, daros la mano, miraros a los ojos… A veces puede ir bien menos palabras y mayor presencia corporal.
Haz cosas que te descargue la energía estacada por el encierro: baila, ríe, aunque sea una risa un poco histérica, golpea cojines, salta, canta con libertad y sin prejuicios, haz bromas, haz fitness…
Drena el dolor, la impotencia, la rabia o la frustración con escritos, insulta si es necesario en sus escritos que sólo vas a leer tú, dibuja lo que te angustia, rompe revistas viejas, cajas de cartón, grita con la boca pegada contra una almohada…
Date las gracias por estar haciendo todo esto para tu mejor salud, sé consciente que esta situación no es fácil, ni para ti ni para nadie.
Revisa qué partes de tu personalidad son imprescindibles para tu felicidad y cuáles no. ¿Quizás es hora de soltar el rencor?, ¿Te sirve para vivir?… ?
Date cuenta de qué es lo esencial en la vida, ¿quizás ya lo tienes?, ¿quizás lo tenías y el confinamiento te lo ha arrebatado, y resulta que antes no lo valorabas lo suficiente? Haz revisión de todo esto para construirte más feliz.
De la misma manera, pregúntate ¿Qué es lo esencial en ti? Lleva la atención a tu vulnerabilidad y dale cariño, lleva la atención a tu corazón, siente tu cuerpo ante situaciones agradables y relajantes (como en la ducha, en el reposo, en la respiración, en el yoga…)..
Siguiendo el concepto anterior, aprovecha esta reducción de espacio para conectar más con tu espacio interno, siéntete física y emocionalmente, y además pinta si te gusta o te apetece, canta, lee ese libro… o simplemente descansa sin culpa. ..
Si estás acompañado, abraza, a no ser que no te apetezca. La vida es un regalo con inicio y fin. EJERCE EL PRESENTE CON VIDA. Hazte presente contigo y con los demás. Saca el mayor partido de las relaciones. Muchas relaciones nos hieren, pero a menudo son con aquellas personas que más amamos. Conéctate con ese vínculo con esa persona que amas y demuéstraselo, aunque el autorrespeto y el autocuidado te guíen a hacerlo conservando la distancia y los límites necesarios para tu salud psicoemocional. Encontrar el punto en ello es necesario. Si tienes dificultades en este ámbito, ¡haz psicoterapia! Las psicólogas nos encargamos de guiarte para que puedas encontrar la manera más sana de estar en una relación, y que sanes esas heridas.
Estas son algunas ideas. Pero seguramente podría seguir escribiendo, así que si te apetece, puedes dar tu aportación aquí abajo.
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Abrazos mil, desde mi casa,
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Para este texto me ha servido leer el análisis de Xavier Serrano Hortelano, director de la Escuela Española de Terapia Reichiana, cuya sede en Barcelona es Llera, que os recomiendo leer.
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