¿Te sientes mal cuando dices que No?

Seguro que más de una vez te has visto en la siguiente situación: un amigo te pide un favor y a ti realmente no te apetece hacérselo; en cambio, sin pensar en las consecuencias negativas de decir que ‘’SÍ’’, aceptas. ¿Por qué? ¿Por no sentirte mal contigo mismo? ¿Por no fallarle a esa persona?

Tranquilo, existe una capacidad humana y una palabra mágica que sirve para evitar estas situaciones: la capacidad se llama Asertividad, y la palabra: un ‘’NO’’ bien rotundo.

Aprender a decir que no, no conlleva a que cuando digas que no o renuncies a una petición de un favor, te vayas a sentir bien. Mucha gente me dice en consulta ‘’tengo que aprender a decir que no porque me siento muy mal cuando lo digo’’. Es normal porque las personas tenemos emociones, y cuando tenemos que rechazar algo que nos piden nos da un poco de pena.

Saber decir que no es perder el miedo a lo que los demás puedan pensar,

 saber analizar las consecuencias negativas que te puede acarrear el aceptar, es no enredarte en escusas y no tener que justificarte, y por último, saber priorizarte en los momentos en los que tu creas que tienes que hacerlo.

¿Que te sientes un poco mal cuando lo dices? Eso es saber decir que no y ser humano a la vez.
Así que si empiezas a decir que no y a la vez te sientes un poco mal, tranquilo, lo estas haciendo bien, poco a poco te irás inmunizando.

La Asertividad

Como hemos dicho al principio, saber decir que no depende de una gran capacidad que tenemos como personas: la asertividad. En la base de la asertividad se encuentra el saber que tenemos derecho a pedir lo que queremos, lo que preferiríamos que pasase, a decir que no, a decir no me interesa, a cambiar de opinión sin necesidad de justificarnos a cada minuto… Siempre sabiendo que el otro tiene sus derechos personales igual que tú también los tienes.

Hay muchas técnicas asertivas que nos ayudan a saber decir que no, mi preferida se llama ‘’el disco rayado’’ y consiste en repetir una y otra vez tu opinión sin añadir más información. Por ejemplo: “lo siento, pero hoy no puedo hacerte la guardia…, sí, entiendo, pero hoy no puedo…, lo sé, lo siento de veras, pero hoy es imposible…” Sin entrar en escusas o justificaciones ya que si lo haces, la otra persona podría dar la “vuelta a la tortilla” y hacerte ver que ella tiene motivos más importantes de los que tu expresas.

Así que SÍ es posible aprender a priorizarte y saber decir que no, ¡y estás en todo tu derecho! Y si te cuesta, hay muchas técnicas que te ayudarán a tomarlo como costumbre. Empieza a practicarlo y a la larga verás que bien te sienta 😉

Muchas gracias,

Anna Becerra.